La historia se trenza en las manos, se aprende de los antepasados.
La historia se trenza en las manos, se aprende de los antepasados.
Eso ocurre con la artesanía tradicional chilena en el modo general, cada prenda de la vestimenta huasa se enriquece de generación en generación. Así es el caso de las chupallas.
María Antonieta Valenzuela Cornejo, es una trenzadora oriunda de la sexta región de Chile, de un pequeño pueblo llamado Carrizalillo. Ella aprendió de su abuela y su abuela aprendió también de sus antepasados. María es esposa de Sergio Hernán Muñoz Toledo, quien trabaja en la fabricación y reparación de chupallas y sombreros, herencia que está traspasando actualmente su hija menor.
La madre de don Sergio, María Silvia Toledo Muñoz actualmente con 86 años de vida, le enseñó a trenzar, desde niño. Ella no recuerda bien de dónde aprendió, a los 10 años ya lo realizaba, pero si su mente “no la engaña” fue de su madre.
Dice que esta labor era cotidiana, que todos sabían en esos entonces, que ahora se ha perdido un poco, pero mientras al menos una persona se interese en aprender, la herencia no se perderá jamás. Ella por las tardes continúa trabajando en las trenzas, con sus manos.
Para realizar una chupalla el proceso de fabricación, comienza con la cosecha del trigo, después hay que limpiar y restregar la paja, descabellar cada paja, después escoger paja a paja, blanquear las pajas, después se trenzan, se descabella, se tiñen, se mandan a cocer, se engoman, se forman, se planchar, se adornar y se entregan.
Marcela Medina Adán
FENARO