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Coquimbo, con su tradicional producción de cobre labrado, generó la base material y cultural para el surgimiento de la manufactura del alambique

El corregimiento de Coquimbo, con su tradicional producción de cobre labrado, generó la base material y cultural para el surgimiento de la manufactura del alambique. Esta localidad se especializó en la producción de artefactos de cobre, tanto para uso doméstico como para actividades agroindustriales. En el seno de esta cultura del cobre labrado, los artesanos de La Serena alcanzaron suficiente nivel de dominio técnico como para lanzarse también a la manufactura de los alambiques de cobre.

El Imperio español, al crear grandes espacios geoeconómicos, permitió conectar centros de producción con amplios mercados y facilitó las condiciones para la especialización productiva. Los cobres labrados de Coquimbo se distribuían a lo largo de un extenso territorio a ambos lados de la cordillera de los Andes, cubriendo buena parte de las actuales repúblicas de Argentina, Chile, Bolivia y Perú.
A su vez, estos grandes mercados permitieron la especialización y el dominio de la técnica, lo cual facilitó el surgimiento de la práctica de la manufactura de alambiques. Estos servían para destilar el aguardiente, el cual servía para fortificar los vinos o bien, para elaborar, transportar y comercializar el aguardiente como producto típico regional.

Los alambiques se transportaban desde el Norte Chico hacia distintas ciudades vitivinícolas de la región. La ruta del alambique alcanzó una distancia de más de 4.000 km: por el norte llegaron a Guayaquil (actual Ecuador), Trujillo y Callao (Perú), por el este al valle de Cinti (Bolivia), Salta y Jujuy (Argentina), también a Copiapó (Chile). En la zona central, las alquitaras de Coquimbo sirvieron para fabricar aguardientes en San Juan y Mendoza (Argentina), en el Valle del Aconcagua y el Valle Central de Chile. En la zona sur, estos artefactos llegaron a Valdivia y Chiloé (Chile).
Por lo general, esos alambiques servían para destilar aguardientes de uva, que eran los alcoholes más difundidos en la región, sobre todo en Perú, Bolivia, Argentina, norte y centro de Chile. Aunque también se elaboraron de otras materias primas: en Valdivia con granos de trigo y de cebada, en Chiloé con trigo y papa, en Salta y Jujuy con azúcar de caña.
En este proceso se destacaron varios sujetos históricos: los fragüeros y los caldereros eran los encargados de la manufactura de cobres labrados en general, y de alambiques en particular; los arrieros se ocupaban de transportar esos artefactos a los mercados en ambos lados de la cordillera de los Andes. De esta manera, estos grupos contribuyeron a sentar las bases para el surgimiento de los aguardientes en el cono sur, muchos de los cuales han llegado hasta la actualidad como productos típicos o Denominaciones de Origen.

Marcela Medina Adán
FENARO
Texto Pablo Lacoste. Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile.
Foto Archivo