Cauquenes, Itata y Concepción, pequeños productores artesanales pusieron en marcha el vino asoleado
Fue precisamente en esta zona sur, en el secano costero e interior, en Cauquenes, Itata y Concepción, donde los pequeños productores artesanales pusieron en marcha el vino asoleado.
Ellos tenían dificultades para llegar con sus vinos a los mercados debido a las grandes distancias, los malos caminos, escasos puentes y los altos costos de flete. Con el asoleado encontraron la fórmula de disponer de un producto que, con menor volumen, tuviera un precio más alto, lo que tendía a disminuir la importancia relativa del costo del flete en el valor final del vino.
En el contexto del sistema de transportes tradicional que existía en Chile a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, el vino asoleado ofrecía una solución práctica que facilitaba el transporte y la distribución en los mercados de los grandes centros urbanos, principalmente Santiago.
Los pequeños viticultores de Cauquenes y zonas conexas pusieron en marcha este producto entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. La propuesta fue aceptada por los mercados de Santiago y del resto de Chile. Los consumidores se manifestaron dispuestos a pagar un poco más por un vino dulzón de mayor calidad. El esfuerzo de los pequeños viticultores artesanales de Cauquenes y Concepción se vio reconocido y valorado por las élites chilenas, esto los animó a continuar con su esfuerzo. De esta forma se establecieron las bases para el surgimiento del asoleado como un producto típico del valle Central de Chile, particularmente del secano costero e interior del Maule Sur hasta Concepción, con centro en la localidad de Cauquenes. A mediados del siglo XIX, cuando el gobierno de Chile encargó a Claudio Gay realizar el relevamiento de la producción agrícola, el asoleado estaba en pleno desarrollo. En su señera obra, Gay dedicó una página al vino asoleado de Chile. Se trata de un párrafo central, porque durante un siglo y medio ha sido la descripción más completa que se ha elaborado acerca del asoleado. Por este motivo, conviene transcribirla en forma completa:
“Mosto asoleado: este mosto, que se prepara también en la provincia de Concepción y en algunas otras provincias, se hace, como muchos de los de Hungría etc., con uvas expuestas a 15 o 20 días al sol antes de ser pisadas. Su bondad se debe, en cierto modo, según que han sido más o menos asoleadas. Las que han permanecido 25 días producen un vino mejor que las que solo han estado 20 o 15 días, exceptuando las circunstancias especiales de calidad. La uva por este procedimiento se echa en una tina después de haberla prensado con las manos, y se la deja fermentar durante ocho o nueve días al cabo de los cuales se la saca de la tina para traspasar el líquido a las tinajas”. Más adelante compara el asoleado con otros vinos chilenos, y de aquél afirma que se vende “a un precio siempre más caro”. Y luego detalla que “los mejores son los de las haciendas de los Mauelas, de las Palmas, de los Maytenes del Rosal, de Rauquil, Cayumahue, etc, y gozan de gran favor en todo Chile y en la costa. En general los de la provincia de Ñuble son inferiores en bondad a los de las provincias de Maule y de Concepción. Sin embargo los de Quinchamalí, Huechupin, etc., también tienen buena fama” (Gay, 1973).
Este texto de Claudio Gay relativo al asoleado es una página clásica de la historia del vino chileno. En los años siguientes, poco se pudo añadir a esos conceptos. Así, por ejemplo el agrónomo francés René Le Feuvre hizo una modesta contribución. Al referirse a los vinos maulinos, el autor señalaba: “Dos clases de vinos se producen en esta región; vinos secos y vinos dulces. Los primeros se obtienen con la uva recién cosechada; para fabricar los segundos se hace asolear la uva durante algunos días sobre el suelo y sobre las mismas parras” (Le Feuvre, 1890).
La producción del Fundo Quilquilmo fue un caso representativo de este proceso. Era una propiedad de 367 hectáreas, ubicada en el 3er distrito de Caliboro, en la 11° delegación de El Carrizal, del departamento de Cauquenes. Allí se cultivaba una pequeña viña y se elaboraba el vino asoleado.
Poco a poco los viticultores del valle Central, particularmente del Maule Sur, fueron consolidando la tradición de elaborar los vinos asoleados. La práctica de prolongar la acción solar sobre la uva se hizo costumbre para obtener vinos escogidos. El mercado valoró el esfuerzo de los viticultores por ofrecer un producto distinto. El diálogo entre viticultores y consumidores terminó por legitimar un vino típico del sur del valle Central de Chile.
Marcela Medina Adán
FENARO
Estudio realizado por Pablo Lacoste, Amalia Castro, Bibiana Rendón, Philippo Pszczólkowski, Natalia Soto, Michelle L. Adunka, José Jeffs1, Alejandro Salas, Carolina Cofré, Emiliano Núñez.